Paseando por la rizada orilla
del río Guadalquivir´
he visto un lucero
que se lo llevaba el agua
y entre espumas de colores
el sonreía feliz.
Con un guiño de su mirada alegre
a seguirle me invitaba
a sus galaxias de luz
dónde tenía su morada.
Y yo, amigo viajero, desearía
seguirte en tu vuelo de juegos de hadas
y vivir el hechizo
de nostalgias alborozadas.
viernes, 12 de junio de 2009
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